28.12.05

Tres, dos, uno

Diciembre 31 de 2005, Puebla, Puebla, 23:59:57 hrs.

Divino, casi sublime y lleno de bondad, es el momento en el que el tiempo parece tomar conciencia de nuestra condición, de nuestro lugar y nuestra posición, en el que parece tener un poco de piedad sobre nosotros y parece congelarse un segundo, sólo uno pero largo y espaciado para darnos la fortuna de contemplar la gracia de la vida, maravillarnos con el excelso sonido de una risa, embelesarnos con un abrazo, admirarnos con la compañía de los otros y la felicidad compartida. Hay, en el amplio jardín de la inmensa mansión, una muchedumbre que festeja el cierre de un año más, bebiendo champagne, celebrando logros que pasaron y pidiendo deseos para el porvenir. Son ellos quienes rebosan en sonrisas, felicidad, hay incluso quien en sus ojos permite dilucidar un rutilante brillo de alegría, paz, gozo. Que para esto es la reunión, podría argumentar él, si lo cuestionáramos de porqué tan agitada y delirante algarabía, si tan solo es un año que termina y otro que empieza, nada qué festejar. Más allá hay una fuente que se empeña en hacer gracias juguetonas con el agua, como un malabarista en plena función circense, como un tragafuegos intentando embolsarse unas monedas y así llevar pan a su mesa. Al lado de la fuente, dos jóvenes, ansiosos de conocer la vida y de conocerse a sí mismos, y adornados por el hábil y primoroso líquido que se proyecta y contorsiona en el aire dando forma a extrañas e ignotas siluetas, se demuestran lo que ya con palabras ha sido dicho y prometido; quién sabe si para cumplirlo bastará la voluntad de los cuerpos o será precisa la siempre incansable y bondadosa colaboración del espíritu.

Diciembre 31 de 2005, Nueva Rosita, Coahuila, 23:59:58 hrs.

El segundo, aunque pareciese detenerse, congelarse por completo, sólo se hacía más largo, prolongándose, como si en un acto de elasticidad, desafiase el propio discurrir perenne de su padre el tiempo. No fue él el único segundo que decidió dilatarse, sino también los que, como esclavos en fila india, se amontonaban antes y después que él. Así, el tiempo pasaba con exasperante lentitud, doliendo más, dañando más profundo y más fuerte, ya fuera aquí, en Argentina o en México. Quintero intentaba soportarlo, pero era en realidad insufrible e inclemente el llevar más de una hora caminando por la desierta y silente carretera, oscura, fría, dura. Unos kilómetros atrás, hace muchos segundos ya, el automóvil, repentina e inesperadamente, dejó de funcionar. El zumbido del motor, único sonido apreciable en la zona, paró, dejando al silencio de la noche como amo y señor del vacío. No ha habido taxi, camión o automóvil que haya pasado por la carretera donde Quintero sigue caminando, buscando al menos alguna casa, gasolinera o negocio dónde pedir apoyo, mínimo hacer uso del teléfono. Un incipiente dolor, entendible con estos zapatos hechos para ciudad cómoda o para oficina confortable, empieza ya a punzar en las plantas de los pies, luego irá subiendo para cubrir otros nervios y músculos también cansados. Quintero piensa que a esta hora su familia estará brindando, conviviendo en grupo, quizá disfrutando de las uvas, del champagne, de la cena de fin de año, o tal vez estarán preocupados por desconocer paradero de él, que, incomunicado y perdido, no ha podido ni reportarse ni mucho menos pedir ayuda alguna. Quintero sigue caminando, con las tremosas manos entre los bolsillos, con la espalda gacha y el espíritu encogido, cual cola de un perro amedrentado. Entre sus confusos pensamientos alcanza a creer que lo injusto de la vida es que mientras unos gozan, otros sufren, y que a quien le tocó sufrir esta vez fue a él. Fue esa quizá una afirmación muy aventurada, pues de la vida poco llegamos a saber por más que vivimos.

Diciembre 31 de 2005, México, D.F., 23:59:59 hrs.
Sucede a veces que lo que originalmente debería traer felicidad, amor, paz, alegría a la casa, sorprende irremediablemente con una fatídica e impactante tragedia, imposible de combatir en el momento y con un eco arrasador que sigue golpeando lacerante aún días después de sucedida. Así mismo dolerá dentro de unos cuantos días, quizá semanas, pues es en este momento, otro extenso y lastimero segundo, en que el tan bien decorado árbol de navidad está incendiándose a causa de un corto circuito. Tuvo a bien la familia de Cristal, -esa niña de aspecto asustado que, arrinconada y pálida, se empeña en aferrarse tanto a su peluche como a la vida- adornar, minuciosamente, cubriendo cada detalle por más ínfimo que pudiera parecer, ese pino de navidad que, poco considerado a las amabilidades de la familia, ahora les paga incendiándose entero, y con él la casa, los muebles y luego la familia de Cristal, que ya estaba en el suelo, quizá intoxicada, pero que ahora, causa del denso y sofocante humo, es imposible ver. Cristal está en cuclillas, recargada en la pared y asida al peluche que, entre la fuerza de sus brazos, pierde forma y figura, tanto podría ser un oso como un perro o un dinosaurio o un primate. El humo, poco a poco, va nublándole la vista –a Cristal, no al peluche- y obnubilándole los sentidos, como una muerte que se acerca lentamente, segura de sus posibilidades y de su triunfo, que entra primero por la nariz, luego por la boca, o viceversa, pues a estas alturas ya no importa por dónde empiece si terminará en un mismo desenlace atroz. Cristal perderá el sentido, así como primero le tocó turno a su padre, a su madre y a su hermano menor, y cuando, ya al final, el fuego cubra toda la casa y alcance el delicado e inocente cuerpo de la pequeña, el muñeco de peluche resbalará de entre sus flácidos y desforzados brazos, dejándonos saber que se trataba de un oso. El pino navideño pide perdón, no lo quiso hacer. Aunque no es él el culpable, sino las incontables lucecitas que no supieron comportarse a la altura del nuevo año y de la navidad.

Enero 1 de 2006, San Nicolás de los Garza, Nuevo León, 00:00:00 hrs.

Feliz Año Nuevo.

Enero 1 de 2006, Zapopan, Jalisco, 00:00:01 hrs.

Bejar jugaba con una luz de bengala, dibujando líneas mágicas y contornos fascinantes en el aire, mientras que con la otra mano sostenía una cerveza Estrella.

4 comentarios:

JOEL MARLEY dijo...

SSSSS
MUY BUENO CHAVO EHH
ME GUSTÓ
AL TERMINO ME DOY CUENTA QUE PRESUMO ESTE SERÁ EL FIN DE AÑO MAS TRISTE DE MI VIDA :(

ENERO 1 DE 2006, MTY N.L. 00:00
DE VAJILLA

SEGUÍS EN LA MIRA!

BUENA VIBRA
POSITIVE VIBRATION!!!
SEE YA IRIE!!!

Pluck dijo...

Empecé a leer lo que escribiste y me gusto, ahora lo leeré completo cuanto termine de esribir espero que nos podamos juntar pronto en el cumpleños de joel (para ver si se le quita lo depresivo) como quiera a ver que se hace

hasta pronto!

Yorch dijo...

te quedo muy bien cabròn, creo que es el que mas me ha gustado, ja ja, por fin me dignè a firmar, ....es que la neta no sabìa como, no era broma, bueno ahi te ves, y hablamos pronto para los proyectos

Zapata dijo...

Muy bueno lo del espacio, felicidades por hacer lo que haces y no dejes de hacerlo, por aquí andaremos loko!