
- Todos tienen alguna manera, secreta o pública, común o descabellada, de mantenerse cerca de la soñada ilusión, por posible o improbable que parezca alcanzarla. La groupie tiene pósters de su banda preferida en las cuatro paredes de su cuarto (tres en el caso de que la alcoba sea triangular), el enamorado tiene, en cualquier lado que alcance la vista, fotos de su amada, el apasionado barrabrava tiene un altar de playeras y banderas en la sala de su casa de la misma manera en que el devoto católico le tiene un altar a la virgen (tan peligroso el uno como el otro). Hay también quienes, aunque se antoje insólito o absurdo, tienen el pronóstico del tiempo de aquel mundo que les espera paciente, estoico, tan sereno y lleno de paz, como el anciano que, sentado en el porche de su casa, viendo los autos y las personas desfilar por la calle, desayuna un plátano acompañado de un vaso de leche tibia. Cuando abrí el ordenador, el pronóstico marcaba tres lunas oscuras. Espero que sea una señal, todavía no puedo evitar tener cierta fe en el destino. Si es que existe.
- ¿El destino?
- No. La fe.
- Ah.
1 comentario:
Yo siempre mantengo cerca un palo (real y/o imaginario) para protegerme, esa es mi ilusión.
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