23.5.09

Locura y media

1. Locura

Es la hora de la noche en que la rebanada invisible hace lo suyo, por eso se trepa al ventilador de techo y comienza a aplaudir al ritmo que éste gira. Se mantiene así por unos minutos, perseverante y segura, hasta que una de las piernas de Daniela deja de abrazar a la almohada y comienza a temblequear al ritmo que gira el ventilador, es decir, al ritmo que aplaude la rebanada, es decir, al ritmo que suspira la noche. Entonces, ya pensando que ha sido suficiente de todo esto, Daniela se desprende de la cama y apaga el abanico. Lo que ella no sabe es que es ya demasiado tarde. Lo que ella no sabe es que dentro de pocos minutos se encontrará abriendo la puerta del refrigerador y cortará una tajada del pastel, que es a donde, apresurada y contenta por su travesura, la rebanada invisible vuelve a posarse, con la misma magia con la que el alma vuelve al cuerpo después de salir de viaje.

2. Media

Vemos que Rebeca deja de mirar el monitor y dirige la vista a su escritorio, en el cual las líneas de la madera van dibujando ondas, curvas y círculos despistados, círculos de pronto simétricos y de pronto no. Vemos que, segundos después de contemplar la piel de la madera como contempla el amante la piel de su mujer, Rebeca hace una mueca con el ceño, se lleva la mano a la sien, mece su cabello, levanta la vista y la deja vagar por el aire sin situarla en ningún espacio en definitiva, entonces, corriendo un poco su silla, se hace hacia atrás, se pone de pie y vemos que sale del edificio, para, después de bajar unos cuantos escalones, pararse en el borde de la banqueta, justo frente a donde un desnivel de la calle hace que se acumule el agua todavía restante de la llovizna de la mañana. Vemos que Rebeca mira el charco, un charco que de tan discreto se ve curioso, entonces Rebeca patea una pequeña piedra y vemos que la ve caer, la ve precipitarse de la banqueta al agua, una piedra tan minúscula, tan curveada, tan ensimismada en sí misma la piedra va cayendo, y cuando cae, vemos que Rebeca observa las ondas curveadas, circulares, que se van dibujando en el agua. Así vemos que las figuras se repiten en este mundo, vemos que todo es lo mismo lo queramos o no. Segundos después, vemos a Rebeca, con las manos en los bolsillos del pantalón de vestir, mirando a quién sabe dónde y pensando quién sabe qué. Vemos que repite la acción, el puntapié, la piedra, la caída, las ondas, y vemos que esa acción, sobretodo la de las ondas, dura nada más unos cuantos segundos. Eso. Nada más.

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