Dilema

Creo ser un completo ignorante en materia de política. No obstante, votaré, más por ciego acto de fe y por desabrido compromiso con la patria que por lúcido conocimiento o fundada certeza. No sé aún si por la izquierda o por la derecha, pues los zurdos me hablan del pensamiento colectivo, la unión, la sencillez, la solidaridad, la revolución, la libertad, la emancipación del pensamiento, lo cual, ya subido en el viaje, de pronto me despierta y burbujea los ánimos. Los diestros, en cambio, intentan persuadirme en base a la seguridad del futuro, de los empleos y de los sueldos, de la concordancia con el sistema, de una tímida resignación ante lo establecido, de la repentina sosegadora seguridad de continuar como hasta ahora, enriqueciendo a los ricos y empobreciendo a los pobres, felices nosotros, la parte media de la pirámide de las clases sociales, siempre y cuando nuestra estabilidad no quede en entredicho. No sé, pero es una cuestión en la que tendré que pensar, como si no tuviera otras cosas en qué pensar, como si no fuera yo alguien a quien le pagan por pensar. En el último caso, mi voto se queda en blanco, como en la novela de Saramago. Es lo peor que podría pasar.