31.12.11

Otoño de Laura

Se le descompuso la voz y los ojos se le inundaron en lágrimas. El rímel empezó a gotear. Él la abrazó y ella se dejó acunar junto a sus costillas derechas, que para eso creó Dios, desde el principio de los tiempos, tal rincón del cuerpo masculino. El doctor los miraba en silencio desde su silla. Por la ventana del consultorio se apreciaban los árboles de la avenida, las ramas siendo sacudidas por el viento, las hojas secas, cafés, muertas, cayendo al pavimento en una lóbrega lluvia otoñal.

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