21.11.11

Manual para perder peso


Poco importa ahogarse al correr, quebrarse del cansancio y luego sentarse en una banca vieja de una plaza sucia y llena de gente que te mira mal. Poco importa, puesto que allá, tras el sudor, se esconde la bilis espesa y amarga, como el miedo más ruin. Vomitar y aceptarse vacío para respirar hasta el fondo el aire con polvo de la plaza. Un rostro hundido en algo que parece calma pero que en realidad es furia y pavor. Y correr. Y seguir. La gente no sólo te hará muecas de odio y burla sino que te comenzará a gritar, a patear, a meterte el pie, a lanzarte piedras a la espalda y lodo a los ojos. Y es en ese instante cuando uno sabe que poco importa ensuciarse los pies y rasparse las rodillas porque el vómito está atrás y es un peso menos, un miedo menos, una cadena menos. Al final, luego de la sangre y la pus, queda sólo la costra y la costra siempre se cae.

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