19.2.12

Qué mierda esto de que la naturaleza no se ponga a tono con las circunstancias


Qué ganas de atravesar la pared del tercer piso y caer al vacío pero de pie, como un felino sigiloso o como un felino con capa y antifaz. Qué ganas de correr por la avenida y rebasar a los automovilistas que miran con hastío el semáforo en rojo, y de brincar charcos de agua sucia y de contonearte como fideo para esquivar a un ciclista despistado. Qué ganas de sudar y de jadear y de gritar y de descomponerte en muecas que jamás serán dignas de una fotografía, y después dar un salto de Jordan y manotear una nube, dividirla en dos partes y observarlas tomar rumbos distintos. Qué ganas de respirar hondo para tranquilizar a los pulmones que se inflan como un sapo en estado de alerta y que adelgazan luego como un globo sin vida. Qué ganas de volver a casa, de sentir la calma, de disfrutar la quietud como del agua de un lago en la noche o como del agua de una alberca en la noche o como un vaso de agua en la noche. Qué ganas de sentarte y compensar lo que le falta a la realidad. Qué ganas de todo pero qué días tan de esta manera.

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